Y LA BIOÉTICA
Jean Bernard (1907-2006)
A
la avanzada edad de 98 años falleció en París el lunes 17 de abril el
mundialmente famoso hematólogo y oncólogo francés, profesor Jean BERNARD.
Por
sus desempeños como médico, investigador y escritor le corresponde un lugar
señalado en la historia de la medicina del siglo XX.
Fue
discípulo del liceo Louis-le-Grand en París, se graduó de médico en La Sorbona
en 1926 y fue Interno del Hospital Claude Bernard en 1933, pero la mayor parte
de su carrera la llevó a cabo asociado al Hospital San Luis (conocido
internacionalmente por ser históricamente la sede de la escuela de dermatología
francesa, y por el notable edificio que data de la época de Enrique IV).
Fue
influenciado en su formación médica y científica por el pediatra Robert Debré,
por el hematólogo Paul Chevallier y por el bacteriólogo del Instituto Pasteur,
Gaston Ramon.
Durante
la II Guerra Mundial se involucró en la resistencia y fue hecho preso por los
alemanes, en la prisión de Fresnes, donde concibió su libro de poesía, “Survivance”.
Tomó un gran interés en la leucemia, considerada como un cáncer de los tejidos donde se producen las células sanguíneas.
Tomó un gran interés en la leucemia, considerada como un cáncer de los tejidos donde se producen las células sanguíneas.
Su dedicación a estudiar a fondo la
enfermedad y la manera de curarla se desprende de su negativa a aceptar la
muerte de los niños afectados por la enfermedad, “Mientras más la veía, más
escandalosas me parecían la enfermedad y la muerte de un niño”.
En 1950 describió una leucemia inducida por el benceno, en trabajadores expuestos a ese químico.
En 1950 describió una leucemia inducida por el benceno, en trabajadores expuestos a ese químico.
Su
dedicación a encontrar un tratamiento efectivo contra la enfermedad lo llevó a
identificar la rubidomicina para tal propósito, obteniendo con ella remisiones
cada vez más estables, prolongadas y finalmente definitivas.
El
síndrome de hemorragia famiIiar aguda (con plaquetas gigantes y
trombocitopenia) fue descrito por él y lleva su nombre, junto con el de Soulier
(Síndrome de Bernard Soulier).
En
1954 es nombrado Director del Centro de Investigaciones Experimentales sobre la
Leucemia y Enfermedades de la Sangre.
Fue
elegido miembro de la Academia de Ciencias de Francia en 1972 (que
presidió en 1984) y de la Academia de Medicina en 1973 (que presidió de 1982 a
1984). Presidió también el Instituto Nacional de Salud y de la
Investigación Médica (INSERM) de 1967 a 1980.
Recibió
el Doctorado Honoris Causa de una docena de universidades extranjeras
(Innsbruck, Lieja, Lisboa, Lovaina, Mendoza, Montevideo, Salónica, Santiago,
Sherbrooke, Sofía, Río de Janeiro).
Su
pensamiento lo caracterizó como uno de los grandes humanistas contemporáneos,
centrando su interés en la ética, por “la ausencia total de progreso de la
sabiduría frente a los prodigiosos progresos de la ciencia y de las técnicas”.
Paralelamente
a sus logros en el campo de la medicina, Jean Bernard fue un prolífico
escritor, no sólo de libros y monografías médicas (14 de ellos), sino de libros
de filosofía y poesía, lo que le valió ser electo a la Academia Francesa en
1975, en el sillón de Marcel Pagnol, convirtiéndose así en miembro activo de lo
que los franceses consideran el club de “los inmortales”.
Posteriormente,
en 1983, es nombrado presidente del Comité Consultivo Nacional de Ética de la
Vida y la Salud.
Todos
esos maravillosos logros en el campo de la medicina, de la investigación y de
las letras, unidos a su longeva existencia le permitió acumular honores, pero
mantuvo siempre una gran humildad frente a los misterios de la vida.
El
juicio del presidente de la república, Jacques Chirac, sobre sus logros, es
especialmente apropiado cuando afirma, “el profesor Jean Bernard ha
mantenido vivo el principio moral esencial, demostrado por la medicina de la
sangre, que cada ser humano es único en el mundo, irremplazable, diferente de
todos los otros y de aquellos que lo han precedido”.
Una
de sus citas más difundidas reza así: “Según el lugar de su nacimiento,
el hombre vive bien, vive mal, o no vive”. Es un azar que nos marca
indefectiblemente para toda la vida.
He
sido por años asiduo lector de sus libros y cuando leí su autobiografía me
emocionaron sus recuerdos del Hospital San Luis, pues era la imagen especular
de lo que tantas veces había oído de labios de mi tío materno, doctor Martín
Vegas, quien realizó allí sus estudios de postgrado en dermatología, muy poco
tiempo antes del arribo de Jean Bernard.
Tanto
así que le escribí una breve carta felicitándolo por tan interesante
publicación; a vuelta de correo tenía su contestación manuscrita donde aludía
su lucha por darle conciencia a la ciencia y alma a la medicina, frase
que tomé para iniciar mi escrito sobre las grandes paradojas de la medicina
actual, pues define con precisión y lucidez los más graves problemas que
enfrentamos en esas importantes ramas de los conocimientos.
La
desaparición física del gran maestro de la medicina contemporánea Jean BERNARD
es una pérdida para la humanidad, y su figura se hace todavía más irremplazable
que la de otros mortales.
Profesor Francisco Kerdel-Vegas MD
Académico de Número, Academia Nacional de Medicina de Venezuela
Académico Honorario, Academia Nacional de Medicina de Colombia
Académico de Número, Academia Nacional de Medicina de Venezuela
Académico Honorario, Academia Nacional de Medicina de Colombia
Comentario
Tuve
el honor de conocer y tratar muchas veces al profesor Jean Bernard en el Institut
de Pathologie Cellulaire en Kremlin-Bicêtre y luego en Pitié-Salpétrière donde
él y el profesor Marcel Bessis fundaron el Instituto de Hematología Geográfica
que sucedió al primero al jubilarse Bessis del INSERM.
En
1975 estuve un año con Bessis y como en el Instituto que dirigía era la sede
de Revue d´Hematologie Francaise y deBlood Cells,
publicaciones que ambos dirigían, allí concurría Bernard con gran frecuencia y
había numerosos coloquios.
También
ví a Bernard en St. Louis y en ambos centros académicos él y Bessis me honraban
sentándome con los profesores en primera fila, a la usanza tradicional
francesa.
Me
cupo el privilegio de ser el primero en describir la ultraestructura de las
plaquetas del síndrome de Bernard-Soulier.
Sin
duda ha desaparecido uno de los más destacados “inmortales” de la Academia de
Francia.
Jorge E Maldonado MD, PhD
Profesor Titular de Medicina Mayo Medical School (1976)
Profesor Visitante Universidad de Paris V (1975)
Académico de Número, Academia Nacional de Medicina de Colombia.
Profesor Titular de Medicina Mayo Medical School (1976)
Profesor Visitante Universidad de Paris V (1975)
Académico de Número, Academia Nacional de Medicina de Colombia.
© EMSA
ILADIBA ABRIL 2006
Jean
A. Bernard (26/03/1907, Paris
— 17/04/2006, Paris), hematólogo francés, profesor y director del
Instituto de Leucemia de la Universidad de París, describe por primera vez esta
entidad fisiopatológica. Sus notas se basan en el estudio de 12 pacientes, mujeres
que presentaron anemia ferropénica idiopática. Posteriormente observó que estas
anemias eran secundarias a hemorragias por automutilaciones. Las mismas tenían
entre 20 y 42 años de edad, con un nivel intelectual medio o alto y profesiones
sanitarias (enfermeras, ayudantes de laboratorio...), las caracteriza una
marcada hiperactividad laboral e insatisfacción personal y socioafectiva que
les lleva a una incapacidad de experimentar emociones. Un curioso dato es que
como antecedente en común, un elevado porcentaje de ellas presentó conducta
anoréxica en la pubertad.
En
1967, Jean Bernard sistematizó este síndrome al que dio el nombre de la heroína
de Jules Amédée Barbey d`Aurevilly, el Síndrome de Lasthénie de Ferjol. Barbey
D’Aurevilly (Novelista de estilo decadentista y crítico literario, nacido en el
siglo XIX) escribe en 1882 un pequeño relato que titula "Una historia sin
nombre", situando el relato en la Francia de finales del siglo
XVIII, en una noble mansión donde viven tres mujeres, la baronesa de Ferjol,
viuda, su vieja sirvienta Agata y la hija de la baronesa, la joven adolescente
Lasthénie.
Esa
“historia sin nombre”, paradójicamente, había bautizado décadas después una
entidad mórbida, una enfermedad hasta entonces desconocida. De hecho el nombre
de la protagonista Lasthénie más parece un juego semántico del autor para
definir una entidad mórbida, sobre la que descansa la identidad del personaje.
Lasthénie
habia estado sangrando, pinchándose con un alfiler repetidamente bajo los
pechos en los últimos meses y provocándose pequeñas pero continuas hemorragias.
Cuando la madre descubre este hecho ya es tarde, Lasthénie agoniza y muere.
Lasthénie, a través de esa actitud de mortificación del cuerpo hace suya la
frase de que “para ser querido hay que estar enfermo”, en la medida en que esta
situación logra evitar el rechazo de su madre.
Se
dice que en un viaje en tren, este hematólogo leyó el libro de d’Aurevilly y
pensó en las similitudes que había entre la protagonista de la obra y algunas
de sus pacientes.
Precisamente
esta es una de las cosas que adoro del arte, su capacidad de innovación, de
adelantarse a los hechos futuros, se sentar el camino por el cual recorrer; y
aunque no se recorra siempre terminaremos allí donde comenzamos. La ciencia y
las actividades humanas están plagadas de símbolos artísticos, y es que esa es
la forma predilecta del ser humano de expresarse.
¿Y
que es el arte?, pues no es mas que expresión, la manera de expresar los
sentimientos humanos; sea por la música, pintura, escultura, teatro, cine,
literatura e incluso actividades que han sido tratadas como un arte como la
gastronomía, modas, carpintería, herrería, medicina, jardinería e incluso la
guerra.
1. Barbey D’Aurevilly A. Oeuvres.
París: Gallimard.
2. Bernard J, Nasean Y, Alby N, Rain
JD. Les anémies hypocromes dues a des hémorragies volontairement provoquées. Síndrome de
Lasthénie de Ferjol. Presse Méd. 1967:75;2087-90.
3. Gosselin JY, Delage JM, Pomerleau G. Lasthénie
de Ferjol syndrome: psychopathological approach. Can Psychiatr Assoc J.
1968:13;547-51.
4. Gabaldón S. Mortificación del
cuerpo femenino: Las heroínas sangrantes en la literatura francesa. Cuadernos
de Estudio y Cultura de la ACEC. 2005:21- 22:169-80.
JEAN
BERNARD- DIVERSIDAD HUMANA
III- ELOGIO DE LA DIVERSIDAD
Las dos diversidades. Diversidad nerviosa.- el mono y
el leopardo.
“Esta
diversidad de la que se os habla tanto, mi vecino Leopardo la tiene sobre sí,
solamente yo la tengo en el espíritu..
El mono tenía razón;" no es sobre el traje
que me gusta la diversidad, es en el espíritu.”
Éste es iracundo; aquél es dulce. Tal es jovial. Tal
es sombrío
Y todavía La Fontaine, que fue uno de los
primeros, y mucho antes que los biólogos, reconoció nuestra diversidad.
“Todo en todo es diverso. Quítese de la cabeza
la idea de que exista un ser que haya sido combinado sobre el
vuestro”.
Esta diversidad define a cada uno de nosotros a
lo largo de todo el día, a lo largo de todo el año, a lo largo de toda la vida.
A lo largo de toda la vida, con, vuelta a vuelta, el niño se abre al mundo
exterior, aprendiendo; el adulto produciendo, creando, descubriendo, el anciano
prudente, actuando en función de experiencia. Los tres a la vez diversos y
únicos.
Por un lado, estas primeras verdades conocidas
por todos. Por el otro, nuestra ignorancia. Nuestra ignorancia de
correspondencias existentes entre esta evidente diversidad y una eventual
diversidad de la anatomía, de la química, de la física del cerebro.
En efecto, desde hace mucho tiempo se
admite que la forma, las dimensiones del cerebro tienen caracteres esenciales
interviniendo en la definición de las especies.
Por supuesto, algunos cambios del cerebro
ligados a las mutaciones, a las diversidades de comportamientos, son conocidos.
Así, a lo largo de toda la vida y desde el
nacimiento, la disminución del número de neuronas.(...
3. LA DIVERSIDAD. CONDICIÓN PARA
SOBREVIVIR.
Desde
Montaigne y Gide a los racistas y a los amantes de los robots.
Por un lado
Montaigne y Gide.
Montaigne
: "Realmente, el hombre es un sujeto maravillosamente vano, diverso y
ondulante.”
Gide
: ”¿Me persuadía que cada ser tenía un rol sobre la tierra, el suyo
precisamente y que no se parecía a ningún otro? La verdad es que yo estaba
embriagado por la diversidad de la vida que comenzaba a aparecerme y por mi
propia diversidad.”
Por
otro lado, los racistas y los amantes de los robots.
Los
racistas: Han esperado mucho tiempo el socorro de la genética y la descripción
de grandes conjuntos homogéneos e idénticos. Todos los Negros pertenecerían al
grupo sanguíneo B. Todos los amarillos al grupo A.
Decepcionados,
desilusionados, por el progreso de la biología, propusieron otro método. A
una primera clase pertenecen los hombres muy poco numerosos que han recibido
buenos genes y que son los que deben decidir la suerte del mundo, imponer,
gobernar (los autores de esta
clasificación se colocan modestamente entre éstos). (subrayado mío)
En una
segunda clase, muy numerosa, se encuentra el resto de los hombres, los que han
recibido genes inferiores. Están destinados a ser los esclavos de
los hombres de la primera clase; esos deben obedecer y servir.
Los amantes de los robots desean una humanidad
uniforme. Los hombres, todos iguales, obedeciendo a algún Gran Hermano,
cumpliendo los mismos trabajos, sufriendo todos las mismas enfermedades,
recibiendo los mismos medicamentos...
LAS DIVERSIDADES PROTECTORAS: Racistas y amantes de
los robots están equivocados. La biología moderna confirmó las
observaciones de los moralistas y reconoció LA IMPORTANCIA DE LA DIVERSIDAD. (mayusc.y
subray. míos) (....)
Durante mucho tiempo, en efecto, se
han percibido únicamente las consecuencias felices de estos progresos. Más
tarde aparecen los resultados eventualmente funestos de los mismos progresos:
el genio genético puede forzar a honestos colibacilos a transportar un virus
del cáncer; con los avances de la informática, de la
electromecánica, decenas de millares de hombres quedan sin empleos. Un dictador
introduciendo discretamente tal modificador del sistema nervioso en la
alimentación puede transformar su pueblo, según las necesidades de su política,
en sesenta millones de tigres, o sesenta millones de ovejas. La fisión del
átomo puede ser responsable de la muerte de millones de seres humanos.
Es pues muy
importante, al mismo tiempo que se aceleran las aplicaciones benéficas de los
descubrimientos, limitar o evitar sus consecuencias peligrosas.
del diálogo entre un filósofo
y un biólogo
(...)El filósofo.Emotiva presunción. Podía justificarse
a principios de este siglo, en el tiempo del cientifisismo triunfante. Del
tiempo del cientifisismo triunfante, hemos llegado al tiempo de las
consecuencias absurdas del progreso de la ciencia. Absurdo inocente como el del
heroico Armstrong llegando a la luna (y cuántas miserias se podrían haber
aliviado con el dinero gastado): Absurdo peligroso; los descubrimientos
de los físicos conducen desde 1945 a Hiroshima y quizá más tarde a la
destrucción de la humanidad, Absurdo incierto pero bien inquietante, el de estas
jóvenes mujeres que venden, en el momento de concebirlo a su hijo, el hijo de
su óvulo, de su útero; el de estos sabios que para curar o prevenir eventuales
enfermedades, están dispuestos a cambiar , unos, el patrimonio genético; los
otros el cerebro; unos y otros la persona humana.
Hace un
rato alababas los hechos y su valor. Son hechos que te aporto. El absurdo es lo
propio del hombre, lo propio del hombre de nuestro tiempo. La razón es sólo un
método.
SU VIDA HA SIDO UNA LUCHA PARA DAR CONCIENCIA
A LA CIENCIA Y ALMA A LA MEDICINA.
La desaparición física del gran maestro de la medicina contemporánea Jean BERNARD es una pérdida para la humanidad, y su figura se hace todavía más irremplazable que la de otros mortales. (Profesor Francisco Kerdel-Vegas)
A LA CIENCIA Y ALMA A LA MEDICINA.
La desaparición física del gran maestro de la medicina contemporánea Jean BERNARD es una pérdida para la humanidad, y su figura se hace todavía más irremplazable que la de otros mortales. (Profesor Francisco Kerdel-Vegas)
Sin duda ha desaparecido uno de los más destacados “inmortales” de la Academia de Francia.(Jorge Maldonado, MD)
1949-PÍO XII- LA VERDAD SOBRE EL DESVELO DE LA IGLESIA DE JESUCRISTO POR LA MORAL, LA ÉTICA Y LA BIOÉTICA HASTA LA MUERTE DE S.S. PÍO XII EN 1958 |
S:S:PÍO XII |
La bioetica è senza dubbio una
disciplina “giovane”, eppure è già possibile – ed anzi opportuno – ricostruirne
non solo la storia, ma altresì quella che potremmo a buon diritto definire la
“preistoria”, ovvero i contribuiti anteriori agli anni ’70. In quest’ottica gli
interventi svolti da papa Pacelli durante gli anni del suo pontificato
(1939-1958) risultano particolarmente significativi ed una loro ricostruzione
analitica consente di mettere a fuoco alcuni problemi classici del dibattito
bioetico: dalle questioni generali dell’antropologia medica alle problematiche
legate alla vita nascente (procreazione, contraccezione, metodi di regolazione
delle nascite, aborto, sterilizzazione, fecondazione e inseminazione
artificiali), dalle questioni bioetiche “durante la vita” (parto naturale e
indolore, ricerca medica e sperimentazione sull’uomo, psichiatria e psicologia,
genetica ed eugenetica, amputazioni e trapianti, chirurgia estetica, analgesia)
alle problematiche legate al fine vita (rianimazione e eutanasia).
A tale magistero è dedicato lo studio di Stefano Mentil, La
riflessione bioetica di Pio XII, per i tipi delle Edizioni Meudon, promosse dal Centro Studi
Jacques Maritain. Per gentile concessione dell’Autore, offriamo ai naviganti di
questa pagina web l’indice e la prefazione al
volume, a firma Antonio da Re, oltre all’introduzione dell’Autore.
«Mettendosi sul loro piano tecnico-scientifico, nei più svariati settori della
medicina e della chirurgia, Pio XII raggiunse il possesso non soltanto
dell’esattezza dell’impostazione sostanziale dei problemi di fondo, ma
pure la precisione nella terminologia». «L’attenzione alla professione medica,
allo sviluppo della ricerca biomedica, alla necessità di una visione totale
della persona umana e alla novità di soluzioni scientifiche e problemi etici
sono tutti addentellati che confermano la modernità – intesa quale innovazione
– e l’originalità della riflessione di papa Pacelli e del metodo utilizzato per
svilupparla».
STEFANO
MENTIL è laureato in Scienze storiche e filosofiche
all’Università degli Studi di Udine. Da anni collabora con l’Istituto Jacques Maritain ed è
segretario di redazione di “Anthropologica. Annuario di studi filosofici”. In
precedenza ha collaborato con il Comitato etico dell’Ospedale di Udine. Nel
2016 ha vinto la terza edizione di “PreGio – La bioetica per i giovani”,
indetto dalla Consulta di Bioetica Onlus.
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Leonardo M. Macrobio PÍO XII Y LA BIOÉTICA 1. Introducción
Pudiera parecer extraño que se vincule, en un título, a un Pontífice de la
primera mitad del siglo XX con una ciencia tan nueva, discutida y actual como
la bioética. A primera vista, incluso, podría parecer que el único punto en
común sea justamente el debate que, por motivos e intereses muy distintos, se
desarrolla en torno a Pío XII, por un lado, y en torno a la bioética, por otro.
Me gustaría, por lo tanto, ante todo justificar esta vinculación, dejando para
las páginas siguientes la tarea de demostrarlo, y, luego, ocuparme del objeto
propio de este breve trabajo.
La última parte del siglo XIX y la
primera mitad del siglo sucesivo han sido testigos de una aceleración del
progreso científico y técnico –palpable incluso para nosotros– tan notable que
ha asumido el carácter de una verdadera Tercera Cultura. Esta profunda
modificación del mundo científico ha causado (o, al menos, ha sido
co-responsable de) una suerte de crisis del saber médico: la ética médica
‘clásica’ se ha mostrado, de alguna manera, inadecuada para responder a los
nuevos desafíos propuestos por el progreso tecnológico. Se ha hecho necesaria,
en este sentido, una profunda revisión del horizonte ético, que hasta ahora, ha
servido de referencia a la praxis médica; al punto que esta revisión ha dado
lugar, en última instancia, a esa ciencia que llamamos bioética.
En este background histórico y cultural
se sitúan los aproximadamente cien discursos que Pío XII dedica al mundo de los
operadores sanitarios. Es útil advertir que la relación entre Pío XII y la
bioética (o aquello que nosotros, hoy, llamamos bioética) es, al menos, doble.
Por una parte, de hecho, los temas que el Papa trata entran, con pleno derecho,
entre las temáticas ‘clásicas’ de esta disciplina. Sin embargo, no es sólo
porque Pío XII hable de temas como aborto o eutanasia que se puede establecer
esta vinculación: resulta evidente, de hecho, el esfuerzo del Papa por usar un
método nuevo para abordar estas temáticas, es decir, un método que, aun
abarcándolas, se distingue de la Teología Moral (incluso en su derivación hacia
la ética médica), de la Doctrina Social de la Iglesia, del Derecho y de la
misma Ciencia positiva.
La conclusión de este trabajo se ocupará
de ofrecer una breve panorámica de las principales concepciones (o
definiciones) de la bioética, de manera que se pueda verificar la tesis del
inicio. Es decir, que Pío XII, aun cuando no utilizara nunca el término, hizo
de alguna manera bioética o, lo que es lo mismo, contribuyó a crear esa
sensibilidad que, algunos lustros después, hizo necesario el nacimiento de esta
‘nueva ciencia’.
( El Cardenal Fiorenzo Angelini ha
editado una colección de los principales discursos del Papa Pacelli, F.
Angelini (A cura di), Pio XII. Discorsi ai medici, Edizioni Orizzonte Medico,
Roma 19604)
(Se atribuye la paternidad del término
BIOÉTICA a Van Rensselaer Potter, que en 1970 publicó un artículo (V. R.
Potter, «Bioethics: The Science of Survival», in Perspectives in Biology and
Medicine 14 (1970)
Bioetica, la
lezione di Pio XII
Un saggio mette in luce il rapporto
di papa Pacelli con la medicina del suo tempo, sviluppando per la prima volta
il magistero su temi quali i trapianti e la proporzionalità delle cure
Teologo,
canonista e diplomatico, Pio XII (Papa dal 1939 al 1958) è stato, forse
sorprendentemente, un antesignano della bioetica in ambito cattolico, ben prima
che la bioetica propriamente detta si affermasse a partire dagli anni Settanta
del secolo scorso. Eppure, allargando la sua riflessione oltre gli studi
accademici su cui si era concentrato nella gioventù e nella maturità, Eugenio
Pacelli divenne un profondo conoscitore della medicina contemporanea, con cui
dialogò a fondo, ricevendo durante tutto il suo pontificato delegazioni di
clinici e partecipanti a congressi delle professioni sanitarie, cui rivolse un
centinaio di discorsi. In molti di essi, è noto, sviluppò per la prima volta il
magistero su temi quali i trapianti, la proporzionalità delle cure e la
riduzione dei dolori del parto. Gli studiosi sanno quanto la successiva
elaborazione dottrinale della Chiesa si sia richiamata ai pronunciamenti
del Pastor angelicus; non tutti sono però al corrente di
quanto vasta e minuziosa al tempo stesso sia stata la disamina e la valutazione
di aspetti medici e scientifici da parte di quel Papa. Soccorre nell’illustrare
dettagliatamente questo rilevante aspetto del lungo regno pacelliano un’utile
ricognizione condotta da Stefano Mentil, bioeticista dell’Istituto Jacques
Maritain ( La riflessione bioetica di Pio XII; Meudon, pagine
268, euro 20,00). Il Pontefice della Humani generis (1950),
l’enciclica in cui aprì all’evoluzionismo come teoria scientifica,
contrariamente a superficiali pregiudizi postumi che ne hanno oscurato la
figura, ebbe attenzione e simpatia costanti per la scienza di cui riconosceva
l’importanza e rispettava l’autonomia metodologica, orientandosi in particolare
verso quelle applicazioni delle nuove conoscenze che maggiormente potevano
giovare all’essere umano.
Da questa
considerazione positiva non fu mai disgiunta, tuttavia, la preoccupazione etica
legata al rispetto della legge naturale e della legge divina. Come sottolinea
anche il filosofo Antonio Da Re nella prefazione al volume, la peculiarità
della riflessione pacelliana è data dal fatto che essa partiva da una
conoscenza fattuale precisa e approfondita per poi muovere verso
l’argomentazione morale articolata che si riassume in tesi conclusive sulla
liceità o inammissibilità, opportunità o doverosità, di specifiche pratiche. Il
tutto con riferimenti alla Rivelazione, al testo biblico e alla tradizione
cattolica, senza però che essi siano assunti come punti di partenza dai quali
dedurre direttamente conclusioni normative. Si vedano allora alcuni dei
pronunciamenti più innovativi per l’epoca o più incisivi quanto a influenza
sugli sviluppi successivi nel contesto cattolico. Certamente nuovo era per un
successore di Pietro affrontare argomenti di biologia e medicina, sebbene si
avviasse in quegli anni l’impetuoso progresso delle possibilità terapeutiche,
da una parte, e si facessero i conti, dal-l’altra, con la terribile eredità del
nazismo, che aveva portato anche nella ricerca medica il disprezzo totale per
qualunque dignità della persona attraverso aberranti esperimenti sull’uomo. Pio
XII non mancò mai di sottolineare quanto il paziente dovesse essere informato e
come il medico fosse tenuto a ottenere il consenso per ogni trattamento, benché
ciò non configurasse l’idea di autonomia intesa nel senso laico attualmente
diffuso.
Nell’ambito
della vita nascente e della sessualità (di cui aveva una visione di antica
diffidenza), se condannava come peccato «contro il senso stesso della vita
coniugale» ogni tentativo di sottrarsi al dovere della procreazione, compreso
il ricorso sistematico ai cosiddetti metodi naturali di controllo delle
nascite, il Papa non escludeva la liceità per le coppie dell’astenersi dalla
generazione al fine di una 'eugenetica negativa', tesa a evitare «tutto ciò che
potrebbe provocare alla loro discendenza danni permanenti e il trascinarsi in
una serie interminabile di miserie». Di qui la necessità di informazione
genetica diffusa e recepita. Non si deve però equivocare il senso della
raccomandazione: la fecondazione artificiale in ogni sua forma è giudicata
gravemente immorale e l’aborto un’«uccisione diretta», tranne nei casi di
aborto terapeutico indiretto. In questo caso agisce sulla valutazione morale il
principio del duplice effetto. Nelle parole del Pontefice nel Discorso alle
associazioni delle famiglie numerose del 1951, «se la salvezza della vita della
futura madre richiedesse urgentemente un atto chirurgico, o altra applicazione
terapeutica, che avrebbe come conseguenza accessoria, in nessun modo voluta né
intesa, ma inevitabile, la morte del feto, tale atto non potrebbe più dirsi un
diretto attentato alla vita dell’innocente».
La dottrina
del doppio effetto, di ascendenza tomista, ha particolare rilievo anche per
giustificare la sedazione antalgica che porti all’abbreviazione dell’esistenza
di un malato inguaribile. Il Papa, rispondendo agli anestesisti, sottolineava
che se l’effetto non è ricercato in sé ma prodotto non desiderato
dell’attenuazione del dolore del paziente non si ha eutanasia diretta, perché,
come scrive Mentil, «l’accelerazione della morte, pur prevista quale
conseguenza dell’atto terapeutico, risulta comunque proporzionata al beneficio
prodotto (il sollievo della sofferenza)». In ambito di fine vita, nel 1957 Pio
XII non giudicava un obbligo né per il paziente né per i medici il ricorso alla
rianimazione e alla terapia intensiva, allora ai loro albori e considerati
'mezzi straordinari', a differenza di quanto accade oggi. Ne conseguiva la
liceità di arrestare la respirazione artificiale. L’accertamento della morte
fisica veniva poi demandato alla medicina, mentre il Pontefice si espresse
nettamente a favore della donazione e dei trapianti di organi, aprendo anche
alla compensazione economica a favore del donatore e della sua famiglia. Se la
sensibilità al contrasto della sofferenza del corpo, non più vista solo come
mezzo salvifico e di espiazione, è stata una novità introdotta dal Pastor
angelicus, più ferma in una mentalità che era già in via di
superamento fu la sua posizione circa la pena di morte, ammessa senza remore
per delitti gravi, nel quadro della concezione secondo cui è il reo stesso a
compiere suicidio morale e a porsi al di fuori dell’ordine naturale, che
farebbe invece della protezione della vita un valore intangibile. Secondo
l’autore e lo stesso Da Re, l’approccio di Pacelli alla bioetica, pur ante
litteram, rimane a oggi un unicum, perché né troppo
spirituale né troppo moralistico e disgiunto dal confronto con la scienza.
Merito quindi a un’opera che fa sintesi di un magistero amplissimo (che va
dalla psicoanalisi alla chirurgia estetica, dall’ostetricia allo sport), ma che
forse si sarebbe giovata di un migliore raccordo con la figura e il pensiero
complessivo di Pio XII e di una pur sintetica ricognizione di come furono
recepite le prese di posizione del Papa e di ciò che nell’ambiente scientifico
e filosofico già in quegli anni si agitava. Nemmeno l’ammaestramento di un
Pontefice si svolge nel vuoto, e la contestualizzazione storica certamente
aiuta a capire come il dibattito bioetico si sia dispiegato dai suoi esordii
fino al complesso panorama contemporaneo. Andrea Lavazza domenica 19
novembre 2017 wikipedia
"EL OFICIO DE LA MUJER, SU MANERA, SU INCLINACIÓN INNATA, ES LA MATERNIDAD" S.S. PÍO XII |
Wikipedia RECAPACITANDO- Insistiendo sobre puntos muy importantes.
Decepcionados, desilusionados, por el progreso de la biología, propusieron otro método. A una primera clase pertenecen los hombres muy poco numerosos que han recibido buenos genes y que son los que deben decidir la suerte del mundo, imponer, gobernar (los autores de esta clasificación se colocan modestamente entre éstos). (subrayado mío¡Los del NOM!)
En una segunda clase, muy numerosa, se encuentra el resto de los hombres, los que han recibido genes inferiores. Están destinados a ser los esclavos de los hombres de la primera clase; esos deben obedecer y servir. (La masa)
Los amantes de los robots desean una humanidad uniforme. Los hombres, todos iguales, obedeciendo a algún Gran Hermano, cumpliendo los mismos trabajos, sufriendo todos las mismas enfermedades, recibiendo los mismos medicamentos...
LAS DIVERSIDADES PROTECTORAS: Racistas y amantes de los robots están equivocados. La biología moderna confirmó las observaciones de los moralistas y reconoció LA IMPORTANCIA DE LA DIVERSIDAD. (mayusc.y subray. míos) (...)
Durante mucho tiempo, en efecto, se han percibido únicamente las consecuencias felices de estos progresos. Más tarde aparecen los resultados eventualmente funestos de los mismos progresos: el genio genético puede forzar a honestos colibacilos a transportar un virus del cáncer; con los avances de la informática, de la electromecánica, decenas de millares de hombres quedan sin empleos. Un dictador introduciendo discretamente tal modificador del sistema nervioso en la alimentación puede transformar su pueblo, según las necesidades de su política, en sesenta millones de tigres, o sesenta millones de ovejas. La fisión del átomo puede ser responsable de la muerte de millones de seres humanos.(Más claro echarle agua.Por este medio nos han convertido en ovejas.No podemos quejarnos de que nadie nos previno.)
Es pues muy importante, al mismo tiempo que se aceleran las aplicaciones benéficas de los descubrimientos, limitar o evitar sus consecuencias peligrosas.(sigue Bernard)
Del tiempo del cientifisismo triunfante, hemos llegado al tiempo de las consecuencias absurdas del progreso de la ciencia. Absurdo inocente como el del heroico Armstrong llegando a la luna (y cuántas miserias se podrían haber aliviado con el dinero gastado): Absurdo peligroso; los descubrimientos de los físicos conducen desde 1945 a Hiroshima y quizá más tarde a la destrucción de la humanidad, Absurdo incierto pero bien inquietante, el de estas jóvenes mujeres que venden, en el momento de concebirlo a su hijo, el hijo de su óvulo, de su útero; el de estos sabios que para curar o prevenir eventuales enfermedades, están dispuestos a cambiar , unos, el patrimonio genético; los otros el cerebro; unos y otros la persona humana.(Paréntesis de Bernard) De su libro "Et l'Âme,-Demande Brigitte"-traducido por Delia Cabrera) Entonces queridos compatriotas ¡al corralito y Beee!beee! (Delia Cabrera) |
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